Cuentos sobre Jean LesBaker, amante y practicante de la Ciencia del análisis y la Deducción, y el Dr. Alejandro Mónaco, su socio y leal confidente. Abanderado de la nueva ciencia detectivesca. Basados en los cuentos y novelas escritas por Sir Arthur Conan Doyle.

lunes, 31 de agosto de 2015

El extraño caso de la pintura exterior (Parte Final)

Sobre la mesita del living, durante una semana, se encontraba el oleo. El maldito oleo!

Mi amigo estaba preso. Si lo sabia, hubiese entregado el oleo, y podia liberar a Jean, acusando a Valiente.

Pero hoy pienso: "Habrá tenido sus razones"

Encontrar a Priche no será sencillo. Es conocido por ser camaleónico en su andar. Tal, que pudo incluso ofrecer la homilía papal mientras que el sumo pontífice estaba ya muriendo a consecuencia de su vejez, según cuenta la leyenda.

Santo y pecador al mismo tiempo, fue entrenado por gitanos en el arte de la prestidigitación, con la única salvedad que el avanzó más allá hasta convertirse en el más puro experto en la mímica, el disfraz y el engaño.

Las malas lenguas dicen que hubiese sido el mejor político del mundo, pero prefirió ser ladrón. Cuentan que "no podría vivir con su propia consciencia".

LesBaker, Moreno, Martinez y yo volviamos al 949C de la Calle Piribebuy para replantear la situación. Como atrapar a Priche, si el podría estar en todas partes, era la premisa.

Pero Jean LesBaker no estaba preocupado ni mucho menos. Ese hombre siempre estaba un paso adelante a todos nosotros.

- Ok, Moreno, tus instrucciones están en esta nota- dijo Jean, dirigiendose a la máxima autoridad policial.
- Pero, esto es imposible de entender, mucho menos hacer! - Refunfuñó.
- Oh, pero si es cosa de todos los dias, mi gran señor. No se preocupe por nimiedades. Su cargo es ameritable para la respuesta. Además, soy yo el que lo solicita. - respondió LesBaker.
 - Mira, Jean. Necesito que estés 100% seguro. No es a cualquiera quien estás pidiendo. Es un senador de la nación!
- Estoy plenamente seguro, Marcelo. Más que seguro, te lo estoy confirmando. Debes traer aquí al Sen. Mereles. Si llegamos a hacer esto en otro lado, la conmoción será aun peor.
 - Ok. Martinez, vaya y aprehenda al Senador Alcides Mereles, bajo los cargos de hurto. Y presentele esta nota. Si lee el nombre del remitente, veremos si no pone resistencia.

Acto seguido, el Of. Martinez se retiró. LesBaker nuevamente se internó en la cocina, y preparó apenas fettuccinis con salsa blanca. La espera fue de 3 horas.

Ni bien entrada la noche, el Of. Martinez acompañado de una comitiva de agentes, llegó al 949C de la Calle Piribebuy con el senador Alcides Mereles. Jean LesBaker lo recibió y lo invitó a sentarse en el sofá, convidandole además una copa de vino.

- Asi que, senador. No costó mucho robar la pintura, verdad?
- Je, en lo absoluto. Pero como supiste que era yo?
- Porque el Senador Mereles no existe. Bueno, el que ocupa el cargo si, pero Alcides Mereles no. Priche en carne y hueso, caballeros.

Nadie en esa habitación podía salir de su asombro.

- Lo siento, Marcelo. Pero la corrupción es imperante en nuestras oficinas. Unos cientos de guaranies y ya tienes nuevo nombre y nacionalidad. Otros cientos y nuevo corte de peinado. Otros cientos en el restaurant y nueva fisionomía. Priche vino a radicarse al país bajo el seudónimo de Alcides Mereles y ganose una banca en el senado. El mayor truco de prestidigitación posible. Y todo hubiese salido bien si no se arriesgaba con la pintura.
- Pero, como supiste que era el? - Pregunté. - Que no acaso no hay imágenes de Priche en ningun lado?
- Ah, ahí entra Valiente. Proveyó una foto de Priché a su llegada a nuestra nación. Y podrás ver las similitudes.

En efecto, el hombre de la foto y el senador Mereles eran la misma persona.

- La prestidigitación, la magia, solo sirven si tus trucos están igual de escondidos. Gracias por jugar, Priche. Ha sido menos que interesante pero más que divertido.
- Ya sabe usted que tengo un mensaje de un amigo suyo, no es así? Pero tengo algo más, si lo desea...
- Que puedes tener que me interese? - Respondió LesBaker
- Donde está ahora mismo Blackmind.

Moreno se puso pálido. Pero LesBaker no se inmutó. Solo dijo.

- Cuanto aprecias tu vida, Priche?
- Porque preguntas eso?
- Porque acabas de firmar tu sentencia de muerte. Que no crees que se que Blackmind me está vigilando? Que no piensas que el te está escuchando? Que te hace pensar que saldrás vivo de aquí, por lo que acabas de decir? Tu suerte está echada, poco me interesa lo que digas, el se moverá. Pero tu, buen hombre... Serás un fino espécimen para los estudiantes de medicina forense.

Priche palideció. Se dió cuenta que no iba a salir vivo de ahí.

- Por favor, no...
- Moreno, dejen que salga solo. Tu vida está en riesgo. La tuya también, Martinez.
- Está bien, Jean - Respondieron ambos agentes.

Priche parecia un muerto en vida. De repente, un periodista se abalanza por la puerta, ávido de la noticia en desarrollo, la primicia.

Eso causa conmoción a Priche que sin mediar sonidos, cayó al piso, inerte.

Lo revisé. Infarto. Fulminante.

- Se lo dije. Blackmind sabe como actuar. - Sólo dijo LesBaker.

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Al dia siguiente, el cuadro "Tabaq" estaba de vuelta en la muestra de la Embajada Francesa. Para LesBaker, fue solo un mal sueño.

Para mi, la conmoción. Ya dos personas habían muerto en nuestra sala comedor. Y les soy honesto, no me resultaba nada atractivo.

Pero esta serie de vueltas de la vida si han causado algo positivo en mi, querido lector. Ya no siento dolores en mis heridas de guerra.

Tal vez, será, porque... He vuelto a la guerra. Y soy un soldado de Jean LesBaker, el descendiente directo de la familia Holmes.

(Fin)

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