Cuentos sobre Jean LesBaker, amante y practicante de la Ciencia del análisis y la Deducción, y el Dr. Alejandro Mónaco, su socio y leal confidente. Abanderado de la nueva ciencia detectivesca. Basados en los cuentos y novelas escritas por Sir Arthur Conan Doyle.

martes, 25 de enero de 2011

Un sabueso llamado Baskerville (parte final)

Baskerville movía su larga cola, buscando la aprobación y el juego de Jean. Correspondiendole, lo subió a su regazo, y empezó a acariciarle. El perro se acomodó, y quedase quieto en su cálida posición.

Huan Chi
- ¿Sabe? Este perro me ha ayudado considerablemente. Lastima que no puedo quedármelo en el departamento. Pero al menos esta en buenas manos. Se queda con mi hermana.
- ¿Hermana? Usted tiene familia, por lo que veo.
- Asi es, doctor. Una hermana, de nombre Micaela. Vive aquí cerca, en una casa. Tiene un puesto en el Ministerio de Hacienda. Es mejor que yo, pero decidió trabajar como un brazo del Estado.
- ¿Mejor?
- Por decirlo de alguna manera.
- Bien, Jean. Me lo debe. ¿Que descubrió en esta semana?
- ¿Listo para escucharlo, Alex? - Preguntó LesBaker, mientras se llevaba a la boca un cigarrillo. - Bien, he aquí los hechos:

"Cuando tuve conmigo la navaja y la nota, salí presuroso a una joyería. Ese cuchillo no es común. Es un cuchillo de mar, o cuchillo marinero. Durante mi ida, pude divisar un minúsculo "Hecho en Paraguay". Eso quiere decir que un orfebre lo habrá realizado. Por ende, debe ser vendido o en una orfebrería, o en una joyería. Tengo un amigo que se dedica al oficio de venta de joyas por Luque. Decidí acudir a el. Al llegar, este amigo se puso a investigar quien podría hacer eso. El autor, vive en Itaugua. Acudí a el. No lo encontré. Su familia me dijo que vivía en una zona cercana pero no supieron decirme donde, o mas bien no quisieron.

Es ahí donde Baskerville entró en acción. El señor, de apellido Romero, es muy amigo de la comunidad. Y cuando alguien pregunta por una de sus obras, el desaparece, prefiriendo quedar en el anonimato. Además, me reconocieron por el caso de la desaparición de Moreno, en la TV.

Renté un pequeño cuarto de hotel para mi, y procedí a buscar a Baskerville. Entenderá usted, doctor, que no existe obrero que no deje constancia de su obra. Había un pequeño garabato en ella. Decía: "a Angela". ¿Angela? ¿Su señora? No. Angela es la dueña del quiosco en la esquina de la Av. Orlando Matteucci y Ruta principal, según me comentaron los vecinos. ¿Romance? Probablemente. Fui junto a la señora. En efecto, la casa no olía a mujer. Olía a pareja, a sexo. Consulté si es que no había una prenda de Romero. La señora, a pesar de desviar la realidad, se vio consternada a que yo lo sabía. Con la promesa que no descubriría el 'affaire', procedió a darme una de las remeras del hombre. Baskerville lo olfateo. Verá usted, el sentido del olfato de este perro es muy sensible. No le llevó menos de 2 horas encontrar al señor Romero. Estaba en un pequeño hotel, entre la calle Patiño y la Av. Orlando Matteucci.

Vera usted, Doctor: Baskerville es muy calmado. Pero cuando tiene que ser bravo, lo es. Y vaya que lo es. Arrinconamos al costado del hotel al Sr. Romero.

El Sr. Romero es un señor de 63 años, de una calvicie que no llegó aun a los costados, bronceado. Bajo, pero no achicado. Inspira prepotencia, pero cuando se ve arrinconado, es manso.

- Esta navaja es de tu autoria. Quiero saber a quien lo vendiste.
- No puedo decirte. Prometí no decirlo.
- Pues lo vas a decir. O explicarás a tu mujer por que volvés a tu casa con el brazo vendado.
- Hágalo. No le tengo miedo.
- ¿Y al morbo de la comunidad, Sr. Romero? Todo el mundo sabrá que eres un adultero.

Baskerville ya mostraba sus dientes.

- Ok. Tranquiliza a tu perro. Vendí 3 pares a un señor de apellido Valiente. No se el nombre. No se la dirección. Solo sé que vive en Asunción.

Procedí a dejarlo en paz, cuando de repente, este señor me ataja del hombro.

- El Sr. Valiente me advirtió de algo sobre esto. Y me pidió que le diese esto, Sr.

Acto seguido, me entrego la tarjeta azul marino. Sin embargo, esta tenia algo distinto. Esta tenia la inscripción a la vista. Decía esta:

"El Sr. Romero ha cumplido su cometido. Veamos si usted puede hacerlo. Encuentre al Sr. Valiente, y estará cerca de Moreno"

Asi, al estar listo, volví a Asunción. Y puse a investigar donde encontrar al Sr. Valiente. Mis contactos del bajo mundo me dijeron que es un traficante menor, que actúa hacia la zona de Lambaré. Antes de ir, decidí volver y contarle a usted sobre mi pequeña vivencia, Doctor."

- ¿Y todo eso en menos de una semana? - Pregunte.
- Todo eso en menos de una semana.
- Y... ¿Cual es el siguiente paso?
- Simple: Pagar una visita al Sr. Valiente. Por si acaso, lleve su pistola.
- ¿Irme yo con usted, Jean?
- Por supuesto, Alex. No tengo permiso para llevar conmigo un arma de fuego. - Dijo, sonriéndome.

A las 8 de la noche fuimos hacia la zona de Lambaré. Bien adentrados en la ciudad, nos ubicamos en la plaza Virgen de Fatima, hacia la Calle Rio Apa. Les Miserables había convertido en un garito de drogas la plaza. Decenas de junkies se nos acercaban para pedirnos dinero, y así saciar su sed de estupefacientes.

Sin embargo, transcurridas 2 horas, se acercó a nosotros un señor de cerca de 40 años. Había bajado de una  Toyota Corolla del año 2002, blanca. Este señor, de pelo corto y blanco, una cicatriz en el pómulo izquierdo,  de unos 1.83 de estatura, ojos negros y brillantes, y tez morena, se sentó en la misma banca que nosotros.

- La plaza ya no es como antes. - Dijo el señor.
- Cierto. Venía aquí cuando tuve mis primeros casos como detective - Dijo LesBaker.
- Yo nací y crecí aquí. A media cuadra de la cancha de Capitán Figari. Los junkies destrozaron el lugar. La gente tiene miedo.
- Y se lo deben a Les Miserables, ¿no? - Indicó LesBaker, mirando al sujeto.
- No. Les Miserables tranquilizaron a los junkies. Les dijeron que si no se tranquilizaban, las cosas irían peor, pero para ellos. - Respondió el señor, quien sacó un cigarro.
- Sin embargo, no veo mucha gente en la plaza.
- No son horas de estar por la plaza, señor. ¿Ve usted a alguien? Solo a aventureros impertinentes, quienes se atreven a pisar este terreno.
- Les Miserables desapareció hace tiempo.
- No. Solo se ocultó. Y hoy volvemos a salir. Creo que ya sabe quien soy yo, Sr. LesBaker.
- Y usted sabe quien soy yo, Sr. Valiente.
- Déjeme preguntarle, ¿como lo supo?
- Primero usted.
- Los junkies me avisaron de extraños. Al verlo a usted, se ceñía a la fotografía que Blackmind me envió. Su turno.
- No tenia la mas pálida idea de como era usted, Valiente. Me ahorró muchísima investigación.

Miré sorprendido a LesBaker. Por la frente de Valiente caía una gota. Hacía 10 grados en la intemperie.

- Creo que lo he subestimado. Inteligente y astuto.
- Gracias. Ahora, permitame preguntarle: ¿Donde está el comisario Moreno?
- Está seguro. - Respondió tajantemente el hombre- Pero creo que eso no deberá preocuparle ahora. Usted está en mi territorio. Asi que creo pertinente una visita a mi casa.
- Será en otra ocasión, si no le molesta.
- Oh, señor, creo que si es una pequeña molestia.
- Veo que no tengo salida. Doctor, ¿ gustaría acompañarme?
- Por supuesto. No lo dejaría solo, y menos aun me quedaría solo - respondí.
- Bien, Valiente. Tenemos quorum. ¿Vamos?
- Vamos. Aunque, espero no le moleste que vayamos caminando.
- Al contrario.

LesBaker hablaba animadamente con Valiente. En efecto, Jean LesBaker era un hombre carismático. Hasta tal punto que sacaba risas al hombre de cicatriz. Hablaban de fútbol, de mujeres, de la vida en general. Al llegar a la casa, una imponente mansión a 3 cuadras de la plaza, la conversación retomó a su ritmo inicial.

- Le agradezco la compañía, señor. Ahora, déjeme explicarle algo.
- Por supuesto, Valiente.
- Si hago esto, y exponiéndome a tales magnitudes, es por una simple cuestión: mi vida corre peligro de muerte.
- ¿Como así? - Preguntó LesBaker.
- Tengo cáncer.
- Eso ya lo se.
- ¿Como lo sabe? - Preguntó el hombre.
- Simple: Tiene la garganta hinchada, Un bulto algo pronunciado al costado, tiene una tos muy seca. Cuando inspira, tiene un chillido algo anormal para una sinusitis. Se masajea constantemente el cuello. Un poco de piel que cuelga del cuello. Eso indica perdida de peso. Sumelo todo. ¿Doctor, una prognosis?
- Apunta a la garganta. - Respondí.
- Exacto. Cáncer de garganta. Y por las manchas que tiene en la piel, veo que es avanzado.
- En realidad, Sr. LesBaker, es terminal.

Un silencio de dos segundos que parecía eterno precedió al comentario.

- He cumplido mi tarea, Sr. LesBaker, y ahora puedo decir que mi cuenta esta saldada. ¡Aguja! Traiga al Comisario!
- ¿Así nada mas?
- Asi nada mas. Ademas, tengo un mensaje de Blackmind. Está aquí.

Entregó un pendrive al Detective. Acto seguido, el comisario salía de la casa.

- ¡Jean! ¡Dios, gracias! ¡Sabía que usted me iba a ayudar!
- No se preocupe, comisario. Pero, quien le hizo esto es una duda que tengo.
- Ya somos dos, Jean - Contestó el comisario. - Era un hombre encapuchado quien me abordó cuando salia de los cuarteles. No recuerdo nada hasta hoy. Recibí un fuerte golpe en la cabeza. Ademas, fui informado que he recibido sedantes en todo mi cautiverio.
- Hmm. Interesante - Respondió el sabueso.
- Señores, me tomé la libertad de llamarles un taxi. Les digo: Adiós, Gracias, y espero no volver a encontrarnos. Si así sucediese, Sr. LesBaker, le aseguro que uno de los dos morirá.
- Entonces, vaya escribiendo su epitafio, Valiente - Respondió LesBaker. - Por que tenga por seguro que nos volveremos a encontrar.
- Es una lastima que oiga eso. Bien, no tengo nada que hacer entonces.

Acto seguido, el taxi llegó. Nos trasladamos al 949C de la calle Piribebuy. El comisario no quiso quedarse. Extrañaba a su familia. Al llegar al departamento, el comisario siguió su camino.

LesBaker entro a la casa, se duchó, y cocinó un exquisito Vittelo Tonato con gnoccis de patata. Acto seguido, nos sentamos en el sofá.

- Jean - le dije - ¿No va a escuchar la grabación?
- ¡Ah, cierto!
- No me diga que lo olvidó.
- Por completo, doctor. Creo que me faltaba desestresarme un poco.

Sacó de su chaqueta el pendrive, y lo conectó a la computadora. Ahí, se oía una voz distorsionada.

- Le felicito, detective. Un paso mas en este juego. Se que le gusta. Que lo disfruta. Debo confesar que yo también. Falta poco para nuestro encuentro. Una cosa mas, detective:
Vobis Gaudium magnum: Iuvenes dum sumus.
¿Podrá aguantar la respiración?
Blackmind.

LesBaker me dio la espalda, y se dirigió a mi.

- En verdad, este hombre es sorprendente, Dr. - Acotó el sabueso.
- Yo creo que está loco.- Respondí.
- La locura es una condición social, Doctor. Aires de psicoloco. Pero en efecto, es sorprendente.

Es en ese momento que se dio vuelta hacia mi, y con una sonrisa maquiavelica, me dijo:

- En verdad, yo también espero ansioso nuestro encuentro.

(Fin)

domingo, 23 de enero de 2011

Un sabueso llamado Baskerville (parte 2 de 3)

- El comisario.. ¡Ha sido secuestrado!...

Eso retumbaba en mi mente y en la de Jean LesBaker. El comisario Marcelo Moreno, secuestrado.

En la televisión, la noticia era titulo. Incluso se anunciaba que quien llevaba las negociaciones era su amigo personal, el Sr. Jean LesBaker. Una multitud de periodistas se agolpó e hizo guardia frente al 949 de la calle Piribebuy.

Pero no había negociación alguna.

Es mas, no había hecho alguno.
El Oficial Martinez

Solo algo concreto.

El comisario Marcelo Moreno, fue secuestrado.

LesBaker estaba perdido. En sus ojos, un aire de desesperanza estaba bordado. No sabia por donde comenzar.

Bombardeó a cada oficial que hacia oficina en los cuarteles de la primera zona policial. No hubo respuesta positiva.

LesBaker mandaba al demonio la situación.

- ¡Carajo! ¡No puede ser! ¡Ni una sola nota! ¡Ni una sola pista! ¡Algo nunca visto!
- Tranquilo, Jean. Algo encontrarás. - Decía yo, tratando de tranquilizarlo.
- ¡Yo se, Alex! Pero el tiempo apremia... Un secuestro no es algo que tomar a la ligera.
- Lo se. - Respondí.

Jean estaba en una penumbra.

No mucho tiempo después, el oficial Martinez llegó con un objeto.

- ¡Sr LesBaker! Este sobre fue dejado en el cuartel. Es para usted.

LesBaker agarró el sobre. Lo examinó minuciosamente. Sabía que ante los últimos acontecimientos, no podía desconfiarse.

- Doctor, ¿podría confirmarme que este sobre no trae algún elemento químico?

Me pasó el sobre, y lo olfatee. No traía vestigio alguno de algún químico oloro.

- Para mi, no, Jean.

LesBaker abrió el sobre, y encontró una navaja y una nota. El rostro del Detective empalideció.

- Doctor... ¿Reconoce este cuchillo?
- La verdad que no, Jean.
- Es el mismo cuchillo con el que Huan-Chi se suicidó.
- Imposible - Interrumpió el oficial. - El cuchillo está en Investigación de Delitos. Lo se, por que personalmente lo entregué.

LesBaker apartó el cuchillo, dejándolo sobre una mesa, y revisó el contenido de la nota. Decía cuanto sigue:

"Me parece que he sido muy duro, Detective. Parece que no funciona cuando sus emociones están en juego. Bien, eso lo tendré en cuenta más adelante. Por esta vez, le doy una pequeña ayudita. Esta navaja al mar. Que tenga buen día, Detective.
Blackmind."

- Doctor, tengo que salir. Debo llegar al corazón de esto.
- ¿Pido la cena, Jean? - Respondí.
- No hace falta. ¡Nos veremos en una semana, a mas tardar!
- ¡¿Una semana?! ¡Jean, no estará hablando en serio!
- ¡Adiós! No me espere despierto, doctor!

Habían pasado casi una semana, cuando una noche, llego al 949C de la calle Piribebuy, eufórico.

- ¡Alex! ¡Alex! ¡Lo tengo!
- ¿Que cosa, Jean?
- ¡He sido encausado! ¡El único detalle que me faltaba!
- ¡Jajaja! ¡Perfecto! Cuénteme...
- No sin antes, presentarle a una ayuda imprescindible en esto. ¡Pasa, chico!

En eso, ingresa a nuestra habitación un can de aproximadamente 8 meses de edad. De pelo marrón claro, una frente pronunciada, orejas largas y puntiagudas, y un pelaje parecido a un manto de color negro cubriendo su espalda. Un ovejero alemán.

- ¡Un perro! - exclamé.
- No es un perro cualquiera, doctor. Es un rastreador. Aunque su raza no fuese de dichas características, es un excelente sabueso.

El perro me miraba con unos ojos muy abiertos, mostrando empatía hacia mi persona. No pude resistirme, y me acerqué a acariciarlo. Nunca tuve un buen trato con los perros. Pero este comprendió, después de olfatear mi mano, que no iba a hacerle daño. Recibí un afectuoso "beso", si quisiera llamarlo así.

- ¿Y como se llama este perro, Jean?
- Su nombre es algo inusual. Su nombre es Baskerville.

(Culmina en la tercera parte)

sábado, 22 de enero de 2011

Un sabueso llamado Baskerville (parte 1 de 3)

No habían pasado mas de 2 semanas desde el caso del "Estudio en Azul Marino", que dio pie a mi conocimiento de las habilidades magistrales del Sr. Jean LesBaker. Valía la pena, mi querido lector, que si quiere conocer gran parte de las capacidades de LesBaker, recurra a la novela llamada: "Estudio en Escarlata". Sin embargo, eso no es concluyente. Como lo había dicho, era un digno objeto de estudio.

Desde que Huan-Chi se suicidó, me puse a investigar cada acción y comportamiento de mi compañero de cuarto. Cada vez que conversábamos, también traía un pequeño anotador en el que iba adjuntado ciertos elementos. En dos semanas, tenia conmigo un análisis de las destrezas de Jean.

Aunque tenía pocos conocimientos o nulos acerca de algunas ciencias teorías como la economía, o la política, su noción de la medicina anatómica, la ciencia forense, y elementos que puedan ayudar a esas ramas científicas eran altos.

Botánica, Geología, Criminología, eran increíblemente altas en conocimiento. Asi mismo, la cantidad de noticias que tenia guardada para si, y en una hemeroteca, fácilmente llegaban a la edad de 60 años de antigüedad. Noticias de sangre, o policiales, eran la media mas alta.

Los libros que componían nuestra biblioteca podrían ser clasificadas en Medicina y criminología. En la botánica, sus conocimientos sobre venenos eran altísimos. En la criminología, aunque no poseía conceptos seguros sobre sociología y psicología, era un experto en la seguridad del hecho, para no decir conjetura. Al final de sus presunciones, entra en juego la criminalistica. Según me hizo llegar una vez, en eso yo soy de vital ayuda, ya que al determinar las causas de la muerte, el conjetura el episodio.

Esas herramientas son las que componen su llamada Ciencia de la Deducción. Y lo hacen el mejor en su oficio, el ser un Detective consultor.

El Comisario Marcelo Moreno
Sin embargo, Jean LesBaker tenia su contra. Sufría un desorden llamado Síndrome de Asperger, pero en una baja determinación. No salía mucho. Solo cuando había un caso, o investigaba sobre Les Miserables. No tenia muchas amistades. In facto, no tenía amistad alguna. Los únicos quienes entraban en nuestro apartamento eran el Comisario Principal Marcelo Moreno y el Oficial Martinez, a mas que uno u otro extraño quien traía un caso particular.

En las dos semanas consecutivas a Estudio en Azul Marino, pude ingresar al cuarto de LesBaker. Ahí pude ver un pequeño juego de química. A la vez, observé a LesBaker tendido en la cama, en pijama, con los ojos entreabiertos y la boca abierta. Su respiración era pobre, pero con grandes suspiros. Tenia claros vestigios de haber ingerido algo.

Al acercarme a la mesa donde se encontraba el juego de química, y pude distinguir entre ellas, una ampolla y una jeringa. La ampolla era incolora, y al abrirla, no tenía olor. Primero supuse que era suero, pero cuando me iba a acercar a tomar un poco para salir de mi duda, fui alertado por LesBaker, quien estaba volviendo en un estado de consciencia.

- ¿Que hace en mi habitación? - Preguntó LesBaker
- Usted me ha llamado. ¿Le sucede algo?
- ¿Me sucede algo, atreve a preguntar? ¡Claro que me sucede algo! No pasa nada, mi querido doctor. ¡No pasa absolutamente nada! ¡Dios! ¿Como puede no aburrirse usted en esta ciudad?
- Me gusta la calma.
- A mi también. Pero no en dosis tan altas. Por cierto, y hablando de dosis, no le recomiendo que ingiera esa pequeña ampolla.
- Por cierto, ¿que es, LesBaker?
- Es una pequeña ayuda que tengo para hacer pasar el momento.
- ¡Droga! Tenga cuidado...
- ¡No me diga que hacer, Alex! Siempre lo tuve, así que es absolutamente redundante que me diga eso.
- Se lo digo, por que me preocupo por usted, Jean.

El rostro de Jean LesBaker cambió completamente. Si antes mostraba euforia, cambió a amor fraternal.

- Gracias, Alex. Creo correspondiente decirle que es, ya que no puedo andar con secretos. Es Ácido hidroxibutirico.
- Ácido hidroxi... - Pensaba, y no paso mas de medio segundo cuando encontré la respuesta - ¡GHB! Eso no se comercializa aquí en Paraguay. ¿Como lo consiguió?
- Con la formula. Contiene 4 Átomos de Carbono, 8 de Hidrógeno y 3 de Oxigeno. Además usted sabe que el disparador del GHB se encuentra en nuestro cuerpo. No me costó nada el sintetizar la droga. En vía parenteral, su efecto es mas sentido.

Aunque no dije palabra al momento, me di cuenta de lo que ocurría. El GHB es una droga que causa euforia, y es utilizado en fiestas electrónicas. Pero no tenía noción de que se podía encontrar en nuestro país.

No habían pasado ni 10 minutos del hecho cuando LesBaker salió de su cuarto, y se prestaba para salir.

- Jean - le interrumpí.- ¿Por que el GHB? Es muy potente. Y puede causar deterioro al sistema nervioso.
- Lo se, mi querido doctor. Pero a mi me ayuda a pensar. No me tome por drogadicto. Es que, sin algo que hacer, no hay peor cosa que pueda afectar tanto a mi cerebro como el estar quieto. Siento que toda mi mente se atrofia, causal de la falta de ejercicio.
- Entiendo, Jean. Pero igual es una excusa muy pobre. Aunque no podré cambiar su mentalidad, le pediré cautela.
- La tendré, Alex. No se preocupe.

En eso, nuestro timbre sonaba con desesperación. Era el oficial Martinez.

- ¡Sr. LesBaker! ¡ Pronto!
- Relájese, Martinez - manifestó Jean. - Pase, tómese un te y cálmese. ¿Que sucede?
- Es... Es... ¡El comisario Moreno!

Ahi fue cuando mi rostro y el de Jean LesBaker cambiaron a un tono de desesperación.

- Habla, Martinez - Respondió el detective.- ¿Que sucede?
- El comisario... ¡Ha sido secuestrado!

(Continúa en la segunda parte)

viernes, 21 de enero de 2011

Un Estudio en Azul Marino (Parte Final)

Al regresar a nuestro departamento, el semblante de LesBaker era el de una estatua. Serio, calmado, absorto en sus pensamientos.

Había leído alguna vez "Estudio en Escarlata", y podía ver muchas similitudes en los caracteres de Sherlock Holmes y Jean LesBaker. Hasta hoy día no podría saber si es un modo coincidente por la parentela, o tan solo como una especie de homenaje.

El Dr Alejandro Mónaco, a sus 29 años,
cuando comenzaba sus aventuras con Jean
LesBaker.
LesBaker se percató de mi mirada hacia el, y esbozó una pequeña sonrisa.

- Veo que soy un elemento que amerita un estudio. ¿No es así, Doctor?
- ¡Jaja! Ha leído usted mi mente, Jean. Me resultaría divertido poder llegar a una conclusión acerca de su persona. ¿En que estaba pensando?
- ¿Me creería si le digo?
- Por supuesto.
- Estaba pensando en que me vendría bien una hamburguesa completa. Pero no se que negocio estaría abierto ahora.
- ¡Hamburguesas! - exclamé. - ¿Y el caso?
- El caso está resuelto, mi querido doctor. En el mismo momento que llegue Martinez, solo faltaria un punto mas que resolver. Dentro de 12 horas, minutos mas, minutos menos, tendremos a la responsable de esta estrambotica situación tomando un café en nuestra sala.
- ¿Tan confiado puede estar usted, Jean?
- No es confianza, Alex. Tampoco lo confunda con soberbia. Es certeza. Pura y simple certeza. Aunque mis antojos para nada decorosos puedan llamarle la atención, creo que le hace falta dormir algo. Hare lo propio yo también. Descansar un poco los ojos nunca viene mal.
- Ok. Pasaré a mis aposentos. Que tenga una buena noche, Jean.
- Que tenga un buen descanso, Alex.

Me retiré de la sala. Al momento de arroparme en la cama, oí a Martinez llegar. Después, me percaté de que LesBaker ingresó a su cuarto a descansar. Dormí solo una hora. Embarcarme en esta aventura me parecía algo maravilloso, y no salia de mi mente lo que dijo Jean. ¿Como una persona puede tener ese grado de confianza? Me parecía algo absurdo. Me levanté a las 5 de la mañana. Encontré a LesBaker hablando animadamente con Martinez acerca de su oficio.

- Buenos días, señores. Veo el espíritu animado que tienen tan temprano. ¿De que hablan?
- ¡Buen día, Alex! - saludó LesBaker - Le estaba contando a Martinez mi primer caso. Ya tendré tiempo de contarle a usted también.
- Buen día, Doctor - Correspondió el oficial. - La verdad, señor LesBaker, me sorprende. Me hubiese gustado contar con ese don.
- Ese don es de nacimiento, de genes y mucho trabajo, Martinez - respondió LesBaker. - Si se esmera, podrá llegar a tenerlo.

LesBaker estaba en la cocina, haciendo el desayuno. Debo adjuntar que Jean era un excelente cocinero. Nunca mas encontré unas creppes como las que el hacía.

Observabase 4 platos en la mesa. Cuando iba a apuntar el hecho, LesBaker me interrumpió.

- Espero no le moleste, Doctor. Pero invité al buen comisario Moreno a compartir con nosotros el desayuno. A la vez, hice un pedido de toallas de tela turca que se le gustará bastante.
- ¿Nos faltan toallas, acaso?
- Al contrario. Pero se podría decir que soy un coleccionista - Dijo LesBaker, esbozando una sonrisa.

En efecto, el comisario Marcelo Moreno llegó cerca de las 8. Después de las venias correspondientes, nos sentamos a la mesa. LesBaker hablaba animado acerca de las aceptabilidades de nuestra vivienda. Secundado por mi, disfrutamos de chistes bastante ácidos del comisario y del oficial, estallando todos en una risa muy contagiosa.

Eran las 11:30 cuando Martinez había preparado un terere, y sonó el timbre de nuestro departamento.

- ¿Esperamos a alguien, Jean? - Consulté.
- No se usted, pero yo si. ¿Recuerda el pedido de toallas?
- ¡Oh, si! ¿Es eso?
- Es eso. Y algo mas. Tengo entendido que usted tiene un arma reglamentaria del ejercito. Una Taurus 9mm. Por favor, preparela. Y ustedes, mis queridos agentes del orden, háganlo igualmente.

Nos mirábamos extrañados. Pero no quisimos discutir. Fui a mi habitación, y traje mi pistola.

- ¿Listos, señores?- Preguntó LesBaker

Asentimos. Entonces Jean se acercó a la puerta. Abrió. Había una mujer esperando.

- Pedido para el Sr. Jean LesBaker.
- ¡Ah! Las toallas, y usted, comisario, tiene su pedido igualmente en puerta. Señorita, no ofrezca resistencia. Sabemos que usted es la responsable de las muertes de los ex integrantes de Les Miserables Maricel Valiente,  Josías Urbieta y Augusto Perez. Se ve usted rodeada. Armas de fuego la esperan.

Cuando terminó dicha oración LesBaker, la mujer, tal cual como fue detallada, se abalanzó ante la humanidad  del sabueso. De un golpe lo derribó y trató de correr. Perseguida por mi, me percaté de su cojera. Sin embargo, ante la señal de "Alto", giró hacia mi y de un salto pudo desarmarme, y propinarme dos golpes que me dejaron consciente, pero con un dolor de quijadas. Pude observar al comisario Moreno abalanzarse por detrás. Sin embargo, con una pirueta la mujer, de aspecto asiático, liberabase de su aprisionamiento, y encajó dos golpes al abdomen del jefe policial, dejándolo sin aire y fuera de carrera. Solo quedaba Martinez, el mas joven de todos. Una ráfaga de golpes entre los dos convirtió a Martinez en un experto en boxeo. Pudo atajar dos golpes, pero no el tercero, una patada durisima hacia la ingle, que casi dejó en KO a Martinez. Sin embargo, al caer arrodillado el oficial, este sujetó la pierna de la fémina, y al caer ella de espaldas, tratando de reponerse, se vio encañonada por la Walther P99 de Martinez.

LesBaker se repuso, y exclamo.

- ¡Hija del demonio! Martinez, llevesela. Y Moreno, recuerde nuestro convenio.

El comisario, respirando apenas, indicó.

- Estará aqui para las 4 de la tarde. Espero el café con masitas, LesBaker.

La mujer, hecha una fiera, pataleando, tratando de sacudirse, fue ingresada en la patrulla policial. LesBaker y yo ingresamos al departamento, y nos sentamos agitados en el sofá. Nos miramos a los ojos, y nos reímos.

- No esperaba dicha reacción - manifesté-
- Yo si. Pero no esperé que fuese tan rápida. Bastó un golpe para dejarme fuera de combate. Lo que me lleva a una pregunta obligada: ¿Por que no disparó?
- ¿Para qué? ¿Para que nuestro casero nos suba la renta por agujeros en las paredes? Ni aunque mi vida dependiera de ello.

Respondí con una sonrisa, y fui retribuido con una carcajada de mi compañero de cuarto.

- Jean... ¿Como supo que era ella?
- Por una de mis salidas, Doctor - Respondió el sabueso. - En uno de mis recorridos por el Mercado 4, observé un negocio muy llamativo. El cartel rezaba: "Las mejores toallas turcas". Llamó mi atención y entré. Al entrar , pude ver a una mujer asiática detrás del mostrador. La misma tenía unos brazos bien moldeados. ¿Recuerda mi primera suposición? Esta llegaba al hilo. He aquí la conversación que tuve con ella:

"- Buen día, señorita. Busco un nuevo lote de toallas de baño.
- Pues aquí encontrará lo mejor. ¿Ha oído de las toallas turcas?
- Pues créame que nunca.
- Las toallas turcas son toallas especiales hechas de telas fibrosas, usualmente algodón. Son mucho mas suaves que las comunes, y ofrecen una sensación diferente cuando se utilizan. Permitame darle una muestra.

Cuando la mujer me pasa una muestra de tela, sentí la textura. En efecto, mas finas, pero con pequeños relieves. Mismos relieves que pude sentir en el cuello del fallecido Perez.

- Son bastante suaves. ¿No tendrá por si acaso, otros colores?
- Déjeme revisar. ¿Me espera un segundo? Iré a buscar el muestrario.

Al retirarse del mostrador, me di cuenta que ella tenía una cojera muy pronunciada. Eso bastó para que mi deducción se convierta en realidad. La dueña del local donde podíamos obtener 'Las mejores toallas turcas', era la misma que había asesinado a 3 personas.

Hice el pedido, y le dije que no tenía camioneta para trasladar. Entonces, ella se ofreció a hacerme llegar las mismas. Pensará usted: ¿Y si no era ella?. Me cercioré de que ella fuese nuestra delivery personal. Indiqué que me gustaría contar con la presencia de ella, ya que tendré otros amigos interesados en sus productos. ¿Y quien mejor para ofrecer los productos que la dueña misma? El resto, mi querido doctor, es historia."

- ¿Y todo eso probando unas toallas? - Consulté.
- ¡Jaja! Y todo eso mirando unas toallas.

Llegaron las 4 de la tarde, y nuestra puerta fue llamada. Al abrir la puerta, encontré a Moreno, Martinez y la mujer. Los hice pasar, y LesBaker los esperaba con el café con leche, té negro y masitas de maizena hechas por el.

- Comisario, el pedido es deuda. - Dijo LesBaker. - Haga pasar a la señorita. Martinez, las esposas no son necesidad. Además, me gustaría que se siente a merendar con nosotros.

Martinez observó al comisario, y Moreno asintió el pedido. La señorita, al ser liberada, masajeó sus muñecas. Se sentó en la mesa, y contrario a su figura, y a su carácter, habló con un tono dulce.

- Gracias, Sr. LesBaker. Antes que pregunte, mi nombre es Huan-Chi. Y soy silenciadora de Les Miserables.
- ¿Silenciadora? - Pregunté.
- Así mismo, señor. - Respondió Huan-Chi. - Soy su mejor asesina profesional.
- No me cuente lo que ya se, Huan-Chi. Quiero que ilustre los hechos a mis colegas, quienes se encuentran en la penumbra. Cuéntelo todo, sin omitir detalle alguno. - Increpó Jean LesBaker.
- Por supuesto, señor. Prometo no omitir absolutamente nada.

"Nací en la calle en el año 1988. Mi madre era una humilde trabajadora de la Chacarita. Falleció en 1989, contando yo con 2 años. Y fue acogido por uno de los silenciadores de ese momento. Fui entrenada en el arte del asesinato sigiloso por ese hombre. Muchos otros participamos de dicha organización. Tres de ellos, Maricel, Josías y Augusto, supieron sobresalir en otras áreas. Josías era un maestro en el momento de negociar. Maricel era una experta en la logística. Y Augusto, conmigo eramos los mejores silenciadores. Sin embargo, el maestro tenia mayor cariño conmigo. Eso ponía nervioso a Augusto. El primero en desertar fue Josías. Cuando se vio arrinconado por la policía, se entregó. Cumplió condena reducida ya que indicó donde estaban los primeros focos de entrega de las drogas. Maricel fue detenida en una redada en la Chacarita. Redujo su condena al entregar a Nestor Cabrera. Seguro lo recordarán. El principal distribuidor de la zona centro. Y Augusto, fue un descuidado. En un asalto fue descubierto, y trato de matar a un rehén. Tarde. La FOPE ya había ingresado a la casa y fue reducido. Entrego a nuestro maestro."

- La primera fue Maricel. Después Josías. ¿Cual fue la diferencia entre esos dos, y Augusto? - Preguntó LesBaker.

"Maricel y Josias lo hicieron por sus abogados. Cuando vieron que me acercaba, sabían lo que les esperaba. El honor, señores, es algo que la gente cree que se perdió. Pero en ellos dos, no. Cuando me vieron, se acercaron a mi. Me dijeron 'que sea lento y con sufrimiento. Me lo merezco'. Y cumplí con su pedido. Fueron muertos con honor. Y con honor murieron. Sin embargo, con Augusto fue diferente. Al verme, salio corriendo despavorido. Me lanzó su cachiporra. Pude agarrarla y lanzarla hacia el. Por desgracia, el siempre fue el mejor silenciador. Dio un salto, agarró la cachiporra, y la rompió en mi pierna, causando que esta se quiebre.

- Volviste. Pero no creerías que te lo daría tan fácil, ¿verdad, puta? - Me dijo
- El único que se merece ese mote sos vos. Traicionaste a la única persona que te dio todo.
- ¿Me dio "todo"? ¡Me dio sufrimientos! ¡Y me harté de ello! ¡Que se pudra en la cárcel! ¡ Les Miserables ya no existe!
- No creas. El está afuera.
- ¿Que? - Dijo Perez, tembloroso - ¿C.. Cuando Salio?
- Hace 3 meses. Y me pidió un favor que acepté gustosa.
- ¿Y cual es, puta?
- Que te la haga comer, ¡DESGRACIADO!

En ese momento, no se de donde saque fuerzas, pero me levanté y le propine una serie de golpes en el rostro, pecho y abdomen. Cuando cayó de rodillas, agarré la cachiporra partida a la mitad, y le propiné dos golpes certeros que bastaron para que el caiga inconsciente.

En el trajinar de la pelea, había perdido mi soga. Solo tenia una de mis toallas. Yo soy vendedora de toallas turcas. Y me ha ido muy bien. Pero nunca traicionaría al hombre que me dio todo. Cuando me lo pidió acepte. Agarré la toalla, vende mis dos manos, y la rodee por su cuello. Quería que sufra. Queme su cuello. Y para terminar, apreté lo mas fuerte que pude. Esto sucedía en Mariscal Lopez, en el viejo desvío del tranvía. Tome un taxi. El taxista me preguntó que había pasado. Atiné a decirle que se había desmayado, producto de las bebidas, y nos íbamos a su casa. La dirección ya lo saben. Creo, Sr. LesBaker, que ya sabrá el resto de la historia."

- Lo se, Huan-Chi - Respondió amablemente LesBaker. - Por favor, tómese su te en paz. Creo que no volverá a tener este lujo en mucho tiempo.
- Cierto, Sr. LesBaker - Respondió la muchacha. - Pero debe usted saber algo.
- ¿Y que cosa seria?
- El por que acudí yo ante usted, en la mañana de hoy. Fue por el pedido expreso de mi maestro. Sabe que usted existe, y que es la única persona a quien el puede llamar 'contrincante'. Sabia el que yo no seria suficiente para destruirlo. Pero que le gustaría jugar un juego. Un juego muy simple.

Al decir esto, la mujer sacó un cuchillo. Cuando Martinez se predisponía a dispararle, Huan-Chi se sacó la camisa. Mostró su torso desnudo, y con el cuchillo escribió unas palabras en chino. Luego se dirigió a Jean LesBaker.

- Este es el mensaje. "He movido mi primera pieza, detective. Le toca a usted".
- ¿Quien dice? - Increpó el sabueso.
- Le toca a usted descubrirlo, señor. Tenga en cuenta que he vivido mi vida con honor. Y con honor la terminaré.
- ¡No se atrev..! - Gritó LesBaker.

Ya era tarde. Huan-Chi incrustó la navaja en su yugular.

- ¡Maldita idiota! - Gritó ofuscado el comisario Moreno.
- No se ponga así, Moreno. Es como ella dice: Vivir y morir con honor. Eso entendieron las dos victimas. No la tercera. Y el peón de este señor vivió su vida en base a esos principios. Recuerde lo que le dije, Doctor: Honor, lealtad, respeto. Valores que creemos se han perdido.
- ¡Pero no había necesidad! - Grité.
- Para ella, si. Y con eso basta.

Retiraron el cuerpo dos horas después. Cuando la comitiva policial se retiró, LesBaker sirvió dos copas de vino, y me acerco una, mientras llevaba un cigarrillo en la boca.

- Bien, Alex. ¿Que le parece mi estilo de vida?
- Bastante interesante. Espero me pueda incluir en ella como un fiable compañero de aventuras.
- Ya esta dentro. ¡Bien! Les Miserables. Doctor, ¿recuerda el mensaje que Huan-Chi escribió en su cuerpo, antes de suicidarse?
- Lo recuerdo, pero no lo entiendo.
- Es chino. Decía: Rúguǒ kěyǐ, yú huò
- ¿Y que significa eso?
- "Atrapame si puedes".

Eso causó que por mi frente pase una gota de sudor frío.

- Prepárese, Doctor. Vendrán tiempos oscuros por la ciudad de Asunción. Por ese mismo grupo que causó estragos hasta hace 3 años atrás. Dirigidos por un hombre que conoce de "honor", pero no de escrúpulos.
- ¿Lo conoce, Jean? - Consulté
- No. Pero conozco su apellido.
- ¿Cual es?
- Blackmind.

Jean LesBaker estaba absorto en sus pensamientos. En ese punto le hice acotar:

- Piense en esto, mi querido Jean: Sherlock Holmes y el Profesor Moriarty.
- Si. ¿Que pasa con eso?
- Que tenemos un enemigo, como Holmes y el Dr. Watson.
- ¡Jaja! No creerá en novelas, ¿verdad, Doctor?
- Creo en la verdad, Jean. Y veo conveniente comenzar a escribir esto. Nuestras aventuras. Algún día lo vamos a necesitar.

En ese punto, Jean LesBaker se paró erguido, tomo la pipa, la encendió y mirándome a los ojos y en un tono muy jovial me contesto:

- ¡Plenamente elemental, mi querido Mónaco!

(Fin)

miércoles, 19 de enero de 2011

Un Estudio en Azul Marino (Parte 1 de 2)

No pasó mucho tiempo desde que tuvimos el primer encuentro entre Jean y yo. Al día siguiente de revisar las habitaciones que componían el 949C de la calle Piribebuy, dispusimos la firma inmediata del contrato. En menos de dos días, ya teníamos casi todo lo necesario.

El habitáculo era bastante amplio. Una sala comedor espaciosa, un pequeño patio, dos habitaciones, una cocina amoblada, baño amplio, un pequeño patio y habitación de servicio contemplaba toda la planta baja. Entrabamos al departamento a través de un angosto pasaje, y presto.

Facsímil del rostro de Jean LesBaker

El departamento estaba ubicado en la planta baja. Eso suponía el mínimo esfuerzo de mi parte, visto mi herida que aun no estaba del todo cicatrizada. Los dolores eran intensos.

Sin embargo, vivir con LesBaker no era tan caótico como amenazaba. Raras veces estaba dormido hasta las 10 de la mañana, y no lo veía hasta las 10, 11 de la noche. Sin embargo, disfrutaba de su compañía nocturna, y denotábase un aprecio ante mi presencia. Acompañados de su violín y una que otra copa de vino, pasábamos la noche hasta bien entrada la madrugada. Casi nunca lo vi entrar a sus aposentos durante los primeros 2 meses de nuestra convivencia.

En una de esas tertulias, mis nervios al fin fueron calmos, y atreví a a preguntarle.

- Jean... ¿Como supo todo eso de mi?
- ¿Hmm?
- Con solo mirarme, supo decirme quien era, que me había pasado... ¿Como lo hizo?
- Ah, Alex... No me diga que usted no hizo lo mismo conmigo.
- ¿Como así?
- Al verme, adivinó mi estatura, e hizo una descripción de mi fisco. Pues bien, yo hice lo mismo, solo que de forma mas extensa.
- Cierto.
- Pero el resto han sido una cadena de elementos demasiado obvios como para ser olvidados.
- No te entiendo.
- Hmm... Se nota que no es la única pregunta que tienes.
- Asi mismo.
- Bien, creo que es momento de asincerarnos. Hace 2 meses te mostraste sorprendido cuando dije que eras un doctor del ejercito y herido en acción. Bien, he aquí los hechos:

"Cuando entraste a la habitación con Manuel, supe de inmediato que eras medico, por dos motivos: la primera, al escuchar los disparos ingresaste directamente a la morgue, eso quiere decir que conoces este lugar, y Manuel no tiene amistades que no sean médicos. Eso da la primera deducción: es medico y forense. Como supe que eras militar, mas sencillo aun: tu porte. El militar solo se para de una manera erguida, mostrando mandato y preponderancia, ademas de tu frase " Bueno, eso ha sido interesante", clichés que solo dice alguien con un alto sentido del sarcasmo. Eso quiere decir que al ser una persona sarcástica y tu porte militar, indica que tienes un rango bastante considerable. No es menos que sargento y mas que coronel. Única opción, capitán del ejercito. Ahora, estas herido. Sencillo: cuando estas de pie, tu cuerpo se inclina hacia la derecha. Eso quiere decir que el problema es para ese lado. Cierras el puño izquierdo, y mantienes abierto el derecho. Respuesta psicosomatica. Dificultad para respirar en el costado derecho. Bingo. Fuiste herido en el costado derecho. ¿Donde un militar paraguayo puede recibir una herida de tales magnitudes en servicio activo? Eres Capitán. Estabas dirigiendo una acción. 18 de mayo del 2009. Publicación en los diarios: Militar paraguayo cae herido en convoy en Irak. Único caso. Fuiste herido en Irak."

- ¿Y la pelea con mi hermana? - Atiné a preguntar
- Mi querido Alex... Eso es mas sencillo, que bordea lo absurdo y tonto:

"No tienes joya alguna, fuera de un anillo en el dedo medio y una cadena grabada en el cuello. El anillo es tuyo, ya que es grueso, con una esmeralda y bañado en oro. Barato, comprado en una joyería en un precio oscilante en 15.000 a 30.000 Gs. Sin embargo, la cadena no. De plata pura, con minúsculos garabatos que pueden ser leídos al acercarse. Mucho lujo para una persona que se precia de ser tacaña hasta el cansancio. Reza la inscripción: 'Sorry. Espero me perdones. TQM. Mary'. Lo leí cuando te acercaste a mi, en la morgue. Mary. Diminutivo de Maria. ¿Pareja? No, no corresponde el texto. Aun hay amor entre ambos. No confundir amor con amor fraternal. Si hubiese sido pareja: En vez del TQM una frase mas fuerte: 'Te Amo'. Familiar cercano. Hermano. No, hermana. 'Espero me perdones': Indica pelea no solucionada. Pero aun esta fresca. Collar limpio. El interior de las uniones de la cadena aun permanecen libres de las afecciones a la intemperie. No ha sido pulido. Fecha: aproximadamente 2 a 3 meses. Contacto esporádico. Cada 2 meses. Afecto. No se lo saca. La recuerda, pero aun no consiente la disputa".

No podía hablar de lo anonadado.

- Eso... Fue en extremo sorprendente.
- Agradezco la cortesía, Alex.
- No es cortesía. Es realidad. Es brillante, magnifico.
- Extraño...
- ¿Que?
- No es la respuesta usual.
- ¿Y cual es la respuesta usual?
- "Te podés ir a la ..."

Estallamos en una risa contagiosa, que ameritó que el inquilino de arriba baje y nos pida un poco de silencio.

La siguiente pregunta me hizo entender una cuestión puntual.

- No tienes un trabajo fijo, así que seguro eres un jornalero... ¿Un investigador privado, quizás?
- Cerca, Alex. Soy un detective consultor. El segundo en todo el mundo.
- ¿Y quien fue el primero? ¿Y en que consiste ser un "detective consultor"?
- Sencillo, Alex. Cuando la policía tiene un caso sin resolver, es ahí cuando acuden a mi. Es una media. Nunca encuentran el rastro. Entonces yo aparezco.
- Me suena a aficionado, Jean. Y la policía no consulta a aficionados.

Mi compañero de vivienda lanzó una escueta sonrisa.

- Me habías preguntado quien fue el primer detective consultor. Bien, es un pariente mio. Un ascendente. Vivió entre los siglos XIX y XX. Nacido en 1854, fallecido en 1925. Retirado del oficio después de un acto de contra espionaje preparado durante la primera guerra mundial, hacia 1915. Es mi tío bisabuelo.
- ¿Su nombre?
- ¿Es de leer, Dr. Mónaco?
- Por supuesto.
- ¿Novelas?
- Las policíacas.
- Entonces sabrá de quien me refiero.
- No me estará hablando de...
- ¿De quien, Dr. Mónaco?
- ¡Es imposible! El era tan solo un personaje de novelas!
- Pues déjeme decirle que no hay mentira mas grande que esa. Su hermano es mi bisabuelo. Y he aprendido de ellos en cuanto concierne a la Ciencia de la Deducción.
- Me está bromeando, Sr. LesBaker.

Ahí fue cuando este hombre estalló en carcajadas. Sombrías, como la de un hombre maquiavélico preparando su malévolo plan para conquistar el mundo. Debo admitir, queridos lectores, que en esa misma noche, el conquistó el mio.

- ¿Lo ha adivinado, Doctor?
- No puede ser...

Fue cuando el recurre a la biblioteca, y toma un libro. Lo tira sobre mi. El titulo del libro es "Estudio en Escarlata"

- Asi es, Alex. Estas mirando fijamente al ultimo descendiente de la familia LesBaker. Hijo de Marjorie LesBaker, de nacionalidad paraguayo francesa y Howard Holmes Jr., de familia británica. Nieto de Helga Mastraide, de nacionalidad rusa, y Howard Holmes Sr., de nacionalidad británica. Bisnieto de Mycroft Holmes, y una prostituta inglesa. Sobrino bisnieto del mejor detective que jamas haya existido...
- ¡Sherlock Holmes! ¿Es esto real?
- Tan real como usted y yo, mi querido Alex.
- Pero... ¿Como?
- Ya habra tiempo de explicar. Ahora, estaremos a punto de resolver la segunda pregunta. En verdad, tenía razón usted, Doctor.
- ¿Y cual es?
- La policía no consulta a aficionados.

Al terminar esta afirmación, nuestra puerta es tocada. Eran cerca de las 2:30 de la mañana. LesBaker indica al visitante que pase. Era un hombre uniformado. Se identificó como el Oficial Martinez.

- Buenas noches, señores. Vengo de parte de...
- Después, Martinez - Le interrumpió mi compañero. - Hace cuanto...
- Aun no se sabe, señor. Pero el cuerpo recién muestra signos postmortem.
- ¿Quien es el forense?
- Astigarraga, señor.
- Hm. No puedo trabajar con ese hombre. Ok, Martinez. Donde.
- 14 proyectadas y Antequera, al costado de la zanja.
- Iré enseguida. Dígale a Moreno que llegaré enseguida.
- Listo, señor. Disculpe las molestias. Que pase buenas noches.

Al retirarse, LesBaker dio un brinco de felicidad.

- ¡Jajaja! ¡Y yo que me decía que no ocurría nada interesante! Este es el 3º, lo cual indica una tendencia. Doctor, no me espere despierto. Tardaré un momento en atender este asunto.
- Vaya sin cuidado, Jean. Y por favor, continúe con el mote de Alex. Me ha gustado bastante.

LesBaker salió apresurado. Pero antes que pueda sentarme, escuche su voz en la puerta, mientras se colocaba el fedora, se acomodaba el saco y prestábase a encender un cigarrillo.

- Usted es doctor, Alex. Un medico. De hecho, forense. Ha visto varias muertes, ¿verdad?
- Las suficientes.
- Pregunto: ¿Se siente con las energías suficientes para ver uno mas, y de paso comprender mejor mi oficio?
- ¿Y que esperamos? ¡Por Dios, vamos! - Respondí como un niño a punto de comprar una bolsa de dulces.
- ¡Jajaja! ¡Ese es el espíritu! Vamos, mi querido Alex. El juego, ¡acaba de comenzar!

Llegamos a 14 proyectadas y Antequera. Una comitiva policial estaba esperándonos.

Y digo esperándonos, ya que al bajar Jean LesBaker del taxi que nos transportó, todos dieron la vuelta a ver y dar aviso al interviniente, nada mas y nada menos que el subdirector de la primera zona policial, el comisario principal Marcelo Moreno.

El comisario principal era un hombre bajo, de unos 40 años, calvo, con un pronunciado estomago, y ojos color café. Al ver a LesBaker, no hablo mas que la seña de indicación del cuerpo.

LesBaker dijo que el forense, de apellido Astigarraga, debe apartarse de la escena del crimen. Expresándolo en otras palabras:

- Si Astigarraga esta aquí, ten por seguro que se han perdido la mayoría de los datos, Moreno.
- Pues a menos que hayas traído tu propio forense, te toca trabajar con el.

Moreno era intimidante con su 1.65 de estatura. Una figura entre paternal y autoritaria con sus subordinados. Pero no movió un solo pelo de LesBaker. Este, ante las afirmaciones del agente policial, lanzó una escueta sonrisa.

- Pues mire que coincidencia, Moreno. Le presento al Dr. Alejandro "Alex" Mónaco. Medico Forense, y Capitan retirado de la milicia con honores. Nadie mejor que el para acompañarme en estos casos.
- Bienvenido, Doctor.
- Por favor, comisario. Llameme Alex.
- Oh, disculpará mi abusivo respeto, Doctor. Pero yo también fui militar. Y presenté mi retiro con el grado de Teniente Capitan. Entenderá que somos camaradas, y subordinado suyo.
- Y a la vez, comisario, entenderá que en estos momentos soy un civil, y usted una persona al servicio de las fuerzas del orden. En el campo de batalla tal vez sea su superior, pero aqui, no soy mas que apoyo.
- Te encontraste una buena persona, LesBaker. Un hombre con honor.
- De los que pocos abundan, y muchos desean - Indico mi compañero. - ¡Bien! No retrasemos mas el momento.

Al llegar al lugar, vi a un joven, de no mas de 22 años, tendido boca abajo. A lo lejos, Astigarraga gritaba a los cuatro vientos que no contamine la escena del crimen. Jean respondio:

- Callate, So tonto. Disminuyes el cociente intelectual del barrio al abrir la boca. Doctor, le toca mover a usted primero.

Me acerqué al cuerpo. Lo analizé minuciosamente. En menos de dos minutos, me acerqué a los dos hombres parados a un poco mas de dos metros.

- Es un joven de entre 20 a 22 años. La causa de la muerte fue ahorcamiento. No tiene rigidez postmortem, así que calculo que la hora de la muerte fue entre las 23 y 01 de hoy, ya que aun mantiene el temple en las muñecas. Tiene un golpe en la cabeza, en la altura de la región parietal, propinado por un palo o una vara. Pero eso solo causó entumecimiento y póster desmayo. Podríamos decir que no estuvo consciente al momento de ser asesinado.
- Perfecto, Alex. Ha hecho muy bien su jugada. Paramos su reloj, y es mi turno. - Indicó LesBaker.

Le llevó menos de 30 segundos analizar su cuerpo. Luego, ingresó a la web a través de su teléfono celular. Al finalizar, se acerco a nosotros.

- Este hombre es un joven que reside en el barrio Ricardo Brugada. Tenía por empleo portero de una empresa farmacéutica. Se dirigía a su trabajo en bus. Al descender del bus, el asesino lo agarró, maniató, y ahorcó con una toalla. Este hombre no fue asesinado aquí, sino que fue trasladado. Sin embargo, hubo forcejeo. Este chico, de nombre Augusto Perez, que cuenta con antecedentes penales por hurto, robo, y trafico de drogas, habiendo cumplido su condena quiso mantenerse libre. Formaba parte de un cártel que funciona en nuestro país llamado "Los Miserables". Creo que es una forma de retribución ante la traición que realizó Perez contra el cártel, por la deserción.
- Eso fue estupendo - Susurré
- Sabes que piensas en voz alta, ¿verdad, Alex? - Dijo Jean, suave y cerca de mi oído.
- Mis disculpas.
- Al contrario. Sigue haciéndolo.

Al terminar su análisis, Moreno tenía el mismo rostro que yo. Y comenzó la ronda de preguntas.

- ¿Como supiste todo eso?
- Sencillo, Moreno. Se que trabaja en una empresa farmacéutica por el logo de su campera, que era portero ya que tiene un cinturón donde estaba una llave arrancada, un pequeño bolsillo donde guardaba la cachiporra. esta pulcro para adentro, no hay sudor. Eso indica que acababa de salir de su casa. El lugar, sencillo. Si el forcejeo hubiese sido aquí, habria miles de salpicaduras y huellas en el barro. Pero solo hay dos pies, y un camino que indica pies arrastrados. Supe lo de la toalla, por las quemaduras en su cuello. Son mas ásperas que las realizadas por una soga, o un cable. El elemento tenia relieves. Una toalla seca causaría igual herida. .
- ¿Y como supiste que este acto fue cometido por Los Miserables? - Consultó Moreno
- Sencillo - repuso Jean.- Su tarjeta de presentación. La encontré en uno de los bolsillos.

Acto seguido, nos mostró una tarjeta. No había en ella palabra impresa alguna. Pero estaba coloreada.

- Es azul pálido - atiné a decir.
- No, pero cerca, Alex. - Me corrigió el sabueso.- Es azul marino. Y si no me equivoco, Moreno, este mismo objeto fue encontrado en las otras dos victimas. ¿No es así?
- Así mismo, LesBaker. Pero no encuentro la correlación.
- ¡Jesús! ¿No hicieron pruebas a las otras tarjetas?
- No vimos la necesidad.
- Pues yo si. Me hice de una de ellas, en uno de mis recorridos nocturnos hace unas semanas, y lo sometí a algunas pruebas. He aquí el resultado, prácticamente demostrado: Alex, acércame tu caja de cigarrillos. Moreno, pídale a Astigarraga una solución de alcohol al 40%.

Cuando Moreno se retiró a buscar el pedido, me resultó extraño el método de Jean. Cuando iba a consultarle  que es lo que tenia en mente, interrumpió mi habla y con la mano me hizo un gesto de espera. Raudamente llegó Moreno con el pedido de LesBaker, y este ya había sacado el papel metálico de la caja de cigarrillos.

- Observen detenidamente, señores. - sentenció LesBaker - Tal vez aprendan algo esta noche.

Derramo unas 4 gotas de la solución en la cara blanda del papel metálico, y lo frotó suavemente por la tarjeta. Luego, sopló delicadamente la parte húmeda de la tarjeta. Una reacción química ocurría en la misma. Dos oraciones que antes no estaban, se hicieron visibles., mientras Jean disfrutaba del asombro grabado en mi rostro y en el de Moreno.

En la tarjeta rezaba esta frase:

"Somos Les Miserables.
No perdonamos, no olvidamos".

LesBaker aguardaba pacientemente mi reacción, que no se hizo esperar.

- Sorprendente - dije, para regodear el ego de mi compañero - Pero... ¿Como...?
- Química Básica, Alex - Interrumpió Jean. - La solución al 40% frotada en la tarjeta, en conjunto con el dióxido de carbono proveniente de mi cálido aliento resultó que el papel se oxide, causando la visibilidad del texto. Es equivalente a mojar con jugo de limón un papel, y después pasarlo por una secadora, pero es un poco mas compleja esta tarjeta. Aunque, debo admitir que al enterarme de la manera mas simple de descubrir este truco sobrevino maldiciones de parte mía. No requirió mas de dos intentos.
- Pero - pregunté - ¿como sabias que había un mensaje en el papel?
- ¡Ah!, he ahí la parte complicada. Tiene un pequeño relieve, casi invisible, producto de la pluma con la que fue escrita. A mano. Una mano con temple de seda, pero que no dudaría dos veces en utilizarla para asestar un golpe mortal. Dediqué dos días a encontrar ese pequeño relieve, dos días contando desde el segundo asesinato.
- Serias tan útil como oficial de policía - refunfuñó Moreno. - Pero tiene razón. Hubiésemos dedicado mas tiempo al estudio de las pruebas. Los Miserables son un grupo escurridizo. Una excelente organización, bien estructurada, pero al servicio de intereses que nada tienen que ver con el bien común. Difícil de penetrar. Difícil de erradicar.
- Cierto - dijo LesBaker - Pero no contaban con algo.
- ¿Con que? - cuestionó Moreno.

LesBaker respondió con un seco, pero potente

-Conmigo.

Mientras nos acercábamos al taxi, LesBaker estaba en silencio, mientras yo entablaba una amena conversación con mi compañero en armas. Al llegar al inicio de la barrera policial, LesBaker rompió el silencio.

- Moreno, nos vamos. Pero si no es de tu molestia, quisiera tener a Martinez a mi entera disposición. Al menos, hasta que atrapemos a la asesina.
-No tengo prob... - Moreno se mostró sorprendido - ¡¿QUE?! ¿Asesina?
- Por supuesto. De las tres personas, solo uno ofreció resistencia. ¿Me equivoco? Esto significa que a quien buscamos es a una mujer. Simple deducción: A la mujer le es mas fácil entablar en confianza. Esto fue su modus operandi con las dos primeras. Sin embargo, la tercera victima conocía a la persona. Eso me remite a las pisadas. No hace poco tiempo, se publicó un libro llamado "Biomecanica, Medicina y cirugía del pie". En ella, nos explica que cuando es un hombre, el talón es el mas hundido en ese terreno. Sin embargo, la mujer hunde mas la parte del frente, producto del uso muy reciente de zapatos de punta. En ella, es importante resaltar su condición social. Ha salido de una pobreza para ser adinerada. Prueba nuevos estilos. Un Stilleto, diría yo. El barro, mis queridos señores, es la mejor plastilina que nos da la naturaleza. Cuando ven las pisadas de los oficiales, verán que la hendidura del talón es mas pronunciada. Sin embargo, en la de ella, es el frente de la huella cual se hunde más. Pisadas, confianza, nos indica la presencia de una mujer quien usa recientemente zapatos de aguja recientemente.
- ¡Sorprendente, Jean!
- Gracias, Alex. Ahora, atiende bien, Marcelo.
- Como siempre, Jean. - Esta fue una de las pocas veces que oí a los dos tutearse. La confianza entre ambos era enorme, cosa que le explicaré mas adelante, queridos lectores.
- Buscamos a una mujer de entre 22 a 25 años. Mide entre 1.78 y 1.80. Tiene una cojera pronunciada, producto del forcejeo y golpe propinado por el fallecido Perez. De físico pronunciado, especialmente en los brazos. Después te tendré mas datos, Marcelo. ¡Adieu!
- Adiós, Jean - Se despedía Moreno.

Antes de subir al taxi que nos aguardaba, Moreno paró mi marcha, y acto seguido hizo la venia militar. Correspondí el saludo, por ser superior en la cadena militar, y por el honor que este señor inspiraba.

- Interesante - comentó Jean. - Solo faltan unos pocos datos mas, y estaremos listos.
- Es buen hombre el comisario - Indiqué.
- Moreno es lo mejorcillo que tiene la Policía Nacional. Honor, lealtad, respeto. Valores que muchos policías han perdido, Alex.
- Igual que Martinez.
- ¡Ah! Martinez desea ser detective. Y es por eso que pidió ser una especie de nexo entre mi y la fuerza policíaca. Tiene una suerte de admiración hacia mi persona.
- Como supongo que me dirás que este será un tema de conversación para mas adelante, sigamos con esto.
- Acertada presunción, Alex. ¡Chófer! ¡Al 848 de la calle Piribebuy! Lo mas rápido que se pueda, ¡o no habrá propina! Tengo la sensación, mi querido Alex, que hoy la justicia volverá a prevalecer.
- Asi espero, mi buen amigo.

En ese momento acaparé la atención de mi compañero.

- ¿Me ha llamado "Amigo", o escuché mal nada mas, Alex?
- No, Jean. Lo he llamado "Amigo", pues así lo considero.
- Pues no me queda otra que devolverle el favor y agradecerle, mi querido amigo.

Me resulto extraño, y no oculté mi curiosidad al hacerle esta pregunta:

- ¿No ha tenido amigos antes, Jean?
- Lo mas cercano a eso, mi querido Alex, ha sido Moreno. Pero puedo ver que ha sido desplazado. Nadie me ha llamado "amigo" antes. Usted tiene el privilegio de ser el primero.
- Y deberé decir: ¡Tremendo privilegio! Me alegro que me considere un amigo.
- Usted es mas que eso, Alejandro. Es un confidente, es un amigo, es un familiar. El derecho de piso ha sido pago.
- Gracias por el cumplido, Jean.
- No hay por que, Alex.

Y así nos dirigíamos a nuestros aposentos, sito en el 949C de la calle Piribebuy, prestos a tomar un ligero descanso, y a proseguir con esta aventura, que a decir de Jean LesBaker:

- Esto es solo el comienzo. Vaticino una larga disputa entre nosotros dos, y esta organización. Y no terminará hasta que uno de los dos caiga rendido. ¡Y juro por Dios y mis antepasados que no seré yo!

(Culmina en el próximo)

martes, 18 de enero de 2011

Su primer saludo

"De las memorias del doctor en Medicina Forense y capitán de Caballería retirado, Sr. Alejandro Mónaco."

25 años ininterrumpidos de aventuras, queridos jóvenes. He vivido notablemente 25 años de forma ininterrumpida unas aventuras que ud. tal vez nunca tendría la sensación de sentir. Un escalofrío recorre por mis manos al momento de recordar a ese hombre, extraño ante la sociedad, pero en la intimidad, un amigo, un hermano.

Hace ya bastante tiempo le perdí el rastro. Tampoco tengo las energías de antes, y dudo mucho en que un "detective" pudiese encontrarlo. No habría persona en el mundo capaz de dar con su rastro. Lo han dado por muerto. Creo que el se estará riendo a nuestras espaldas, de haberse enterado.

Después de mucho tiempo, he decidido registrar en mis memorias las aventuras y desventuras que he pasado con este hombre excepcionalmente raro, pero divertido para el análisis. Ha pasado mucho desde nuestros tiempos de gloria y juventud, y es justo rendirle homenaje a ese hombre que han dado por nombre Jean LesBaker.

Para no faltar a la cortesía, debo presentarme. Soy el Dr. Alejandro Mónaco. Me doctoré en Medicina Forense a la edad de 26 años, y automáticamente al recibir mi titulo fui seleccionado a participar de una campaña en Irak, llamado por el convenio entre EEUU y Paraguay.

Para dar mas peso a dicho convenio, participé en el servicio militar obligatorio, retirándome de la CIMEFOR con el grado de sargento. Llegué a dicho país en el verano del 2005, contando con la edad antes mencionada.

Mi estadía en dicho pais fue de 2 largos años. Mi familia no era muy extensa. Una hermana me sobrevivía. Mis padres ya dormian bajo los brazos de la Santa Muerte, y mi afinidad con mi hermana no era la mejor de todas, propiamente dicha. No llegué a conciliar una pareja, asi que mucho no dejaba atrás.

Participando en un convoy de rastreo y localización, los subversivos nos tendieron la mas vil de las emboscadas. En dicha emboscada, fui herido de gravedad en el costado derecho de mi cuerpo, producto de residuos de metralla. Fui llevado de urgencia al hospital mas decente de Badgad. 6 meses en cama, tratando de recuperarme, hasta estar lo suficientemente capacitado para tomar un avión de vuelta a Asuncion, y comenzar un retiro involuntario. El resultado de mi experiencia en el exterior fue una baja honrosa con el grado de Capitán de Caballeria, y una medalla otorgada por el gobierno estadounidense, bastante decente para llevar una vida honrosa por las calles asuncenas.

Al volver a Asunción, fijé residencia temporal en el Hotel Granados Park, rentando una habitación barata a mi pensión dada por el gobierno estadounidense, y a la par por el gobierno paraguayo. 3 meses de los mas aburridos que jamás se pudieran habido tener. No tenia amigos en la capital, y como había mencionado, no estábamos en buenos términos con mi hermana. Mi vida consistía en vagar por los teatros, pasar al Biggest, un bar en frente del hotel, ir a mi consulta medica, y listo. Tampoco traía mucho equipaje. Dos pares de zapatos, un saco de vestir, un saco sport, dos camisas, dos pantalones, un pantalón vaquero, dos pares de medias y dos remeras era lo único que tenia, a más del teléfono celular, y una laptop.

Pasados 3 meses después de mi llegada a la capital, una tarde soy reconocido por un viejo compañero de estudio, bien entrada la tarde, al pasar al bar. Su nombre es Manuel Montblanc, de descendencia francesa. Debo decirles, queridos lectores, que encontrar al fin una cara conocida entre los mas de 540.000 habitantes es un elemento dichoso para un hombre hastiado de la rutina.

Habiéndonos confundido en un efusivo abrazo, mas de mi parte que la de el, empezamos a hablar. En Paraguay las noticias viajan rápido. Se enteró por la prensa que fui herido en combate, y que estaba por ser trasladado a Asunción. Montblanc enseñaba en nuestra facultad que nos vio nacer y profesionalizarnos. No distaba mucho del Biggest. Según comentó, Hoy le tocaba clase de necrología, una de mis áreas como medico forense. Me invitó a participar. Acepté gustoso.

Mientras terminábamos el café, pregunto donde vivía.

- Por ahora, vivo en frente. En el hotel -, contesté.
- Pero, ¿no viste otro lugar para vivir? Seguro que tendrás una facilidad tremenda con la pensión del ejercito, ¿no?-.
- Creo que si. Pero como no ejerzo la medicina, y mi única fuente de ingreso es esta, prefiero abaratar costos. Sabés que soy un tacaño empedernido...-
- ¡Jajaja! Si, yo sé eso. -
- Además, no tengo pareja. Estoy peleada con mi hermana. Y la soledad ya no es opción... Pero encontrarme un compañero de cuarto decente en tiempos como estos es complicado. Agregando...¿Quien me querría como compañero de alquiler?-

Ahí es donde Montblanc lanza una mirada de extrañeza y una sonrisa entre burlona e inocente.

- ¿Que pasa, Manuel?
- ¿Me creerías si te dijera que sos la segunda persona que me dice eso hoy, Alejandro?
- Mira vos... Y estaría mal preguntar, ¿Quien fue la primera?
- Para nada. ¿Quieres conocerlo?
- No estaría mal. ¿Donde está?
- Lo mas probable es que esté en la morgue de Clínicas. Al ir por ahí, te lo presento.

Mientras íbamos a la morgue, Montblanc me advirtió que este señor podría ser algo chocante. Le respondí con una broma, a lo que el retrucó con una simple frase:

- Después no me digas que no quise advertirte.

A otras personas esto les causaría temor. A mi, por el contrario, me llenó de una curiosidad tremenda.

Llegamos a las 19 y minutos al Hospital de Clínicas, y después de autenticarnos en mesa de entrada, recibir los saludos de mis antes maestros y hoy colegas, nos dirigimos a la morgue. A metros de llegar, escuchábamos sonidos de disparos. Aunque Manuel no se precipito, yo corrí hacia la puerta.

Ahi vi a un hombre que empuñaba una pistola. Una mirada rápida me hizo suponer que bordeaba los 30 años. Medía entre 1.88 y 1.90, pero cuando se paraba recto, parecía mucho mas alto. Un pelo lacio y color marrón oscuro, que cubría parte de su pronunciada frente al caer un pequeño jopo. Un aire de presencia se enmarcaba en su porte, y no podía distinguir sus ojos de sus lentes de sol circulares sostenidos por una pequeña pero aguileña nariz. Aunque vestido con una bata, se notaba que sus prendas eran elegidas elegantemente. A lo lejos, un saco de vestir y un fedora. Con el, una camisa blanca, un pantalón negro de vestir, una corbata de seda, y lo que parecía ser un zapato de vestir, de pronto se convirtió en una bota de manga corta, cuando este hombre se arrodilló a examinar al cuerpo inerte.

Cuando me predispuse a saludar a este extraño hombre, el se percata de mi presencia. Me agarra del brazo, y me estira hacia el cadáver, baleado. Al no oler pólvora, supuse que no se trataba de una pistola de fuego.

- ¡Mire! ¡Observe! ¡Jajaja! ¡Maravilloso, esplendido descubrimiento! - Decía eufórico el hombre.
- Bueno, eso ha sido interesante - Repliqué, ganándome la atención del extraño.
- Observe con detenida atención, Doctor. Seguro que en Irak habrá visto heridas realizadas con disparos de armas de fuego, pero nada como esto. - Dijo el hombre, cosa que me sorprendió de repente, y se lo hice notar.
- Eso... Fue... Espeluznantemente magnifico. Manuel, ¿le dijo algo sobre mi a este buen hombre?
- Ni una sola palabra - Contesto Montblanc.
- ¿Y como supo...?
- Ahora no - Interrumpió el hombre - Mire el cuerpo. Heridas mortales en el pecho, estomago y cuello. ¿ Diría usted que fue mortal? ¿Y que esto fue con un arma de fuego?
- Ciertamente es mortal - Contesté - Y si fuera hecho con un arma de fuego, tiene todas las características.
- ¡Jajaja! ¡Maravilloso! Y no fue hecho con un arma de fuego. Fue hecho con un rifle de aire comprimido a 160 psi, y balas puntiagudas. Asi es como se engaña a un medico forense. ¡Encima usted, con tanta experiencia en muerte!
- Creo que mi experiencia en el extranjero no delimita la acción, señor- Le contesté.

Es ahí cuando este joven de cerca de 30 años me mira de pies a cabeza. Y pasados 30 segundos, dice:

- Me he maravillado con un departamento que está en el centro de Asunción. El alquiler podría ser pagado por los dos, si usted no tiene tanta incomodidad.

En ese punto ya no podía salir de mi asombro.

- Jamas hable de un departamento. - Dije
- Yo si. Se lo dije a Manuel esta mañana. Y después de la merienda, antes de la clase de necrología, usted esta aquí, Dr..
- Mónaco. Alejandro Mónaco.
- ¡Perfecto! Fumo. Kent Blue 8. En exceso. ¿No le molesta?
- También fumo esa marca.
- Toco el violín. Hay veces en horas no adecuadas.
- Depende de quien lo toque, no importa la hora.
- Suelo recibir muchas visitas. Incluso en horas desacomodadas.
- No veo por que eso debería ser una molestia. Solo pediría discreción y algo de silencio con sus visitas.
- ¡Ja! ¡Estupendo! Usted es el candidato ideal, Dr. Mónaco. Manu, eres un ídolo. Encuéntrese conmigo mañana a las 11 de la mañana, aquí. Debo retirarme a atender otros asuntos de suma rel...
- Preferiría un nombre y la dirección, señor. Resido en el centro, así que puedo hacer una caminata. Ya que usted supo algo de mi solo con verme, creo que me lo debe, ¿o no lo cree así?

Paro su apresurada marcha, me miro fijamente, y se dirigió a mi en tono algo intimidante:
- Se que es un medico forense y capitán del ejercito que fue herido en Irak, que está peleado con su hermana, y que piensa que le es difícil convivir con alguien con su carácter arisco. Bien, Dr. Ha encontrado a ese alguien. La dirección es el 949C de la calle Piribebuy. El nombre es Jean LesBaker. Que pasen una bella noche.

Acto seguido, desapareció. Ante mi cara de asombro, Manuel soltó a decir:

- Te dije... ¿o no?-

Solo pude contener mi asombro un momento. Nuestro primer saludo nos indicaba el nuevo transitar que daria nuestra vida, mis queridos lectores. Ni cruzaba por mi mente lo que nos deparaba el oriente, pero algo si es certero:

Lo esperaba gustoso.